El Priorat es una de las comarcas y regiones vitivinícolas más en auge en los últimos años, gracias al replanteamiento y puesta en valor de los vinos que en ella se producían tradicionalmente, desde hace siglos. Las bodegas fundadas en las últimas décadas han sabido transmitir en sus creaciones el espíritu de una tierra agreste y accidentada y con ello han conquistado los paladares de multitud de expertos y consumidores de todo el mundo que, año tras año, premian estos vinos con calificaciones excelentes.
Esta pequeña zona, ubicada en el corazón de la Catalunya meridional, entre Tarragona y el delta del Ebro, cuenta con una orografía difícil para los cultivos agrícolas, pero que, sin embargo, no ha impedido que la viña y los olivares hayan sido a lo largo de su historia, dos de los pilares sobre los que sus gentes han apoyado toda su actividad, algo que podemos comprobar hoy en día mediante las múltiples rutas y excursiones que se organizan para los visitantes, tanto los amantes del vino como los que simplemente buscan un lugar tranquilo y diferente para pasar sus vacaciones, alejados de la prisa y el estrés de la gran ciudad.
Aquí encontramos la Denominación de Origen Cualificada Priorat que, gracias precisamente a las complicadas y exigentes condiciones que comporta el cultivo de la vid, produce unos vinos con carácter y complejidad, en pequeñas cantidades, que no obstante son apreciados por connaisseurs de los cinco continentes. El secreto, además del buen hacer de las bodegas, se encuentra también en el suelo de pizarra de época Carbonífera que predomina en la zona, denominado llicorella o llecorell. Con una etimología que se pierde en el tiempo, probablemente con orígenes celtas, este duro terreno aporta sin duda gran parte de su personalidad a los vinos, potenciados además por un clima en el que abundan las heladas invernales y escasea la lluvia.
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