Aunque el desarrollo industrial de la viticultura en Galicia es relativamente reciente, la historia de los vinos gallegos es larga, toda vez que accidentada. Si bien es cierto que en la Edad Media y los siglos posteriores la región exportaba el producto de sus viñas -y las plantas mismas- al resto de Europa de forma regular, con variedades bastante apreciadas en su época, también es verdad que el despoblamiento de estas tierras en épocas sucesivas contribuyó a un cierto abandono del cultivo hasta niveles que dejaban la elaboración de vinos en una actividad cuasi artesanal.
No obstante, en los últimos años se ha vivido un resurgimiento de la industria vitivinícola que, junto con el excepcional paisaje, la gastronomía gallega (reconocida a nivel internacional) y el innegable atractivo turístico de la zona, empiezan a constituir un ámbito propicio para la explotación conjunta de todas estas bondades, algo que naturalmente redunda en beneficio de toda la actividad turística gallega.
Dentro de Galicia, las principales regiones productoras con Denominación de Origen son las de Ribeiro, probablemente la más conocida en todo el mundo, Valdeorras, Rías Baixas, Monerrei y Ribeira Sacra, además de las indicaciones geográficas de Vino de la Tierra de Betanzos, Valle del Miño-Orense y Barbanza e Iria. En el entorno de casi todas ellas podemos encontrar una amplia oferta de packs que combinan la visita a bodegas con todo tipo de actividades: desde degustaciones de vinos, solos o acompañados de las sabrosas especialidades locales, hasta visitas culturales más o menos pausadas, recorridos históricos e incluso hasta deportes de aventura, senderismo o paseos en barco.
Además de conocer la región de una manera alternativa al turismo tradicional, con todas estas rutas y visitas organizadas podremos conocer la historia de las bodegas, explicaciones detalladas sobre las variedades de uva autóctonas o importadas cultivadas en la región, como albariño, loureira, caíño blanco, torrontés, treixadura, godello o mencía.
Últimos comentarios