Italia es uno de los países donde mejor se come. Sus pastas y pizzas dan lugar a primeros elaborados y segundos a base de carne y pescado de excelente calidad. Sus vinos son también indiscutiblemente sublimes, además de los licores, como la grappa de nivel internacional.
Por ello comer en Milán es siempre una gran ventaja en todas las épocas del año. Antes o después de visitar el fantástico Duomo, que está en el centro histórico de la ciudad, sus alrededores están repletos de trattorias y restaurantes donde es fácil degustar el menú de mediodía.
Aunque sean de menor reputación, en la trattorias se come excelentemente, de gran calidad y de forma artesanal y se pagan mucho menos. Es el caso de los menús de mediodía que suelen estar compuestos por pasta o pizza y segundo plato, además de postre y vino de bebida.
Las pastas pueden ser normales o rellenas con queso parmiggiano y salsas para acompañar. Suelen ser platos abundantes, por lo que mucha veces el segundo suele llenarnos demasiado.
Los antipasti también están presentes en las mesas de los restaurantes de Milán. En estos destacan los trozos de queso, los crostini (pequeñas tostas con tomate o paté), embutidos típicos italianos (spek…) y hasta otros como quesos rebozados y ensaladas donde no falta la mozzarella.
En Milán uno puede comer barato si quiere, porque además de las trattorias por la tarde y antes de la cena suelen hacer los apertivos en determinados bares y restaurantes lounge. Se paga solo la consumición y ello te da derecho a servirte pequeños tentempiés que van desde anchoas, tostas, queso, embutidos, mini pizzas, olivas… puedes repetir y realmente quedas tan lleno que no hace falta que cenes
Pero si quieres optar por un restaurante moderno, la cocina de autor tambien está muy arraigada y se basa en mezclar incredientes de toda la vida con la creatividad de nuevos sabores y salsas diferentes. Para beber, no podemos perdernos sus vinos, el spritz o los licores.
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