La provincia de Málaga, además de destacar por sus playas, sus campos de golf y sus excelentes infraestructuras para el turismo en general, posee un patrimonio muy notable en cuanto a todo lo que a cultura del vino se refiere. Dotada desde 1933 de un Consejo Regulador para la Denominación de Orígen “Málaga” y “Sierras de Málaga”, en los últimos años el enoturismo se ha convertido en una de las actividades con más crecimiento y expansión, pasando a engrosar el ya de por sí amplio catálogo de servicios y atractivos que los visitantes pueden encontrar durante sus estancias en la zona.
La viticultura de Málaga es una actividad milenaria, ya que se estima que los primeros viñedos se plantaron y empezaron a cultivarse bajo el dominio de los griegos, entre los siglos VI y VII a.C., al encontrar en la zona un clima y orografía parecidos a los de su lugar de origen. Tras ellos, los romanos también promovieron el cultivo de las vides en el área, así como los pobladores posteriores, aún bajo dominio árabe. Tras la reconquista se establecieron gremios y el desarrollo de variedades continuó con éxito hasta nuestros días, convirtiéndose en una de las regiones productoras de más renombre internacional.
El actual Consejo Regulador, heredero de los gremios medievales, realiza hoy en día una destacable labor de difusión de todas las variedades locales, fundamentalmente vinos blancos dulces, semidulces, semisecos y secos, con diferentes grados de envejecimiento y distintas variedades de uva empleadas en su elaboración, como Pedro Ximénez o Moscatel, aunque también se producen vinos tintos apreciables. Muchas de las bodegas locales organizan visitas a sus instalaciones, catas, cursos y otras múltiples actividades que incluyen rutas por las tabernas y establecimientos de más solera y calidad e instituciones como el Museo del Vino en Ojén y el Museo del Vino de Málaga.
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