No cabe duda que la cocina vasca es una de las más reconocidas de la Península Ibérica, gracias a sus sabrosos platos tradicionales, a la popularización realizada por algunos chefs mediáticos y, sobre todo, a través de la difusión que de ella hacen los cocineros más galardonados en los foros culinarios internacionales. No en vano, el País Vasco es una de las regiones con más estrellas Michelin en su haber, y ha conseguido, a lo largo de las últimas décadas, hacerse un puesto entre las gastronomías más completas y apreciadas del mundo.
De todas maneras, su secreto, más allá del saber hacer de sus cocineros, que también es importante, radica probablemente en las materias primas con las que se elaboran sus platos. La variedad y calidad de los ingredientes clásicos de sus recetas más conocidas es proverbial, desde los pescados y mariscos de la costa cantábrica hasta las carnes de los caseríos del interior, pasando por unos vegetales que se pueden contar entre los más sabrosos del país.
Cocineros como Aduriz, Arguiñano, Arzak, Berasategui, Castillo o Subijana, entre otros muchos, han sabido captar, cada uno con su estilo y personalidad y con mayor o menor protagonismo de las nuevas técnicas culinarias, la esencia de la cocina tradicional vasca y han adaptado platos clásicos al gusto de las nuevas generaciones, contribuyendo además a popularizar costumbres como las de los «pintxos», toda una cultura en sí mismos.
Sus especialidades basadas en hortalizas como las alubias, los espárragos o los pimientos rivalizan y combinan con sus preparaciones de carnes, pescados y otros productos del mar, como la porrusalda, el marmitako, el bacalao al pil-pil, la merluza, los chocos, los deliciosos postres tradicionales, los quesos, a cual más sabroso, los embutidos y, por si todo esto fuera poco, los vinos de la Rioja Alavesa y Navarra, el Txacoli y otras bebidas alcohólicas como la sidra, el pacharán y un sinfín de licores con elaboraciones variadas y curiosas.
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