Vacacionando con amigas en la provincia de Córdoba me hablaron de una pequeña localidad ubicada en las Sierras Grandes, “La Cumbrecitaâ€. Debo confesar que ya posaba bajo el encanto de Villa General Belgrano en el valle de Calamuchita, pero sin dudas convencà a mis compañeras de viaje para que me acompañen a realizar esta pequeña aventura.
Al principio marchamos a pie pero a mitad de camino nos dimos cuenta que no llegábamos a ningún lado; estábamos a 40 km de distancia y lo que se veÃa a lo lejos era una inmensidad de curvas que, sinuosas, se elevaban hasta alcanzar las nubes. Finalmente, una familia de Buenos Aires se apiadó nosotras y nos alcanzó a destino. La camioneta era espaciosa y ya comenzábamos a disfrutar aquel aire tan maravilloso de la montaña. El último tramo lo hicimos a pie, en La Cumbrecita no se permite el paso de automóviles.
El pueblo pareciera haberse salido de un cuento de hadas. Comenzó con una pequeña hosterÃa familiar, una confiterÃa y el boca en boca de un grupo de inmigrantes centro-europeos que encontró allà su hogar. Quién dirÃa, pero hoy La Cumbrecita se ha convertido en un polo de atracción turÃstica muy importante en la Argentina; exclusivo, selecto y abierto al turismo internacional.  Sus habitantes luchan por mantener las costumbres de antaño y conservar el encanto de la naturaleza circundante.
Imperdibles:
- La Plaza de Ajedrez ubicada en el centro del pueblo.
- El Castillo (construido en la década de 1940).
- La capilla.
- El cerro Wank.
- Las cascadas.
- La “Ollaâ€, balneario natural.
TenÃamos un imperativo; antes de retornar a Villa General Belgrano era imprescindible tomar el té en la tradicional confiterÃa “Tante Liesbeth†y saborear lo mejor de la pastelerÃa alemana.  Hoy recuerdo todo aquello y me prometo volver. Cómo olvidar aquel paisaje de ensueño.
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