Es lamentable saber que el encallamiento y posterior hundimiento parcial de la embarcación de crucero Costa Concordia se debió a un error humano, y aun peor sabiendo que fue el propio capitán de la embarcación el primer responsable. Sin embargo estos hechos no deben eclipsar los viajes de crucero y por el contrario debemos sacar una enseñanza aplicada a ambos grupos, el de la tripulación y el de los pasajeros.
Costa Concordia
El siniestro del crucero Costa Concordia tuvo lugar a altas horas de la noche del pasado viernes 13 de enero cuando el capitán de la embarcación Francesco Schettino decidió aproximarse a las costas de la isla italiana de Giglio en un “acto de cordialidad” con el jefe de comedores, natural de la isla. Este acercamiento tuvo fatales consecuencias no solo para la embarcación que encallo y se hundió parcialmente, sino también para quienes iban a bordo. De las casi 4200 personas entre pasajeros y tripulantes, hasta la fecha, el accidente del Costa Concordia dejó 11 muertos y 28 personas desaparecidas.
Compromiso de la tripulación
Ante estos hechos los miembros de tripulación de una embarcación deben comprometerse más en las capacitaciones a las cuales son sometidos periódicamente. Por otro lado, al momento que se imparte el simulacro de salvamento y evacuación durante las 24 horas luego del embarque es recomendable asegurarse que todos los pasajeros hayan comprendido las instrucciones brindadas.
En caso de presentarse un accidente similar o de mayor magnitud que la que ha sucedido con el Costa Concordia la cooperación de todos marcará la diferencia entre un accidente sin costo de vidas y uno como el sucedido recientemente.
El error humano puede causar pérdidas de vidas en un viaje de crucero que de seguir los lineamientos de navegación establecidos debería seguir representando un medio seguro de recreación a través de los mares.
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