La construcción de este símbolo de Francia fue encargada por Napoleón en 1806 tras su victoria en la batalla de Austerlitz, sin embargo, la obra se concluyó mucho tiempo después de la caída del líder.
Cada día los visitantes pueden acceder gratis a su azotea, tanto como vivenciar la ceremonia del encendido de una llama al caer el sol. El motivo lo encierra la historia de un soldado desconocido; un héroe de guerra que fue sepultado bajo la construcción como reconocimiento a su valor y el de sus compañeros. A media altura del lugar turístico por excelencia, justamente en la ciudad más visitada del mundo, hay un museo dedicado a su historia también habilitado al público.
Inspirado en la arquitectura romana, el Arco del Triunfo fue diseñado por Chalgrin, y posee una estatua en cada uno de sus cuatro pilares: “El Triunfo”, “La Resistencia” “La Paz” y “La Marsellesa”.
Desde su altura, se pueden apreciar los Campos Elíseos, la Plaza de la Concordia (la más grande de la ciudad), y la enorme rotonda vehicular que lo rodea. Un consejo valioso a quienes serán peatones, es que no luchen contra el tráfico, sino que tomen los túneles subterráneos para atravesar las transitadas vías.
Visítelo, y recuerde: las dimensiones del arco pueden asombrar a cualquiera que esté acostumbrado tan solo a verlo en imágenes, ya que alcanza una altura de 49 metros por poco menos de 45 metros de ancho!
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